La Colección del Espíritu Interior Encantadoras esculturas de malla metálica
Este extraordinario proyecto comenzó en 2007, cuando Derek Kinzett comenzó a esculpir hadas y duendecillos con su estilo característico. Una característica de su estética son las suaves y elegantes formas corporales que capturan la luz de una manera única. Esto se debe al interesante material del que está hecho su trabajo, incluyendo «La Colección del Espíritu Interior». Estas memorables esculturas de malla metálica han sido encargadas en todo el mundo debido a su trascendente belleza.
Los verdaderos artistas están constantemente contemplando no sólo su tema y lo que hace referencia o simboliza, sino también la naturaleza del medio en el que trabajan. En este caso, la malla de alambre galvanizado, comúnmente conocida como «malla gallinera».
“Me interesaba el efecto que la luz y la sombra natural tenían en la superficie del material. Después de experimentar con la escultura del cuerpo humano como una forma hueca, descubrí que al permitir que la luz natural viajara a través de la escultura, podía acentuar los rasgos faciales, el pelo y el tono muscular, lo que a su vez producía un impacto visual etéreo y espiritual en cada pieza terminada.”
Una característica clave de esta serie es su ambiente espiritual, y el material utilizado en las esculturas de malla metálica tiene mucho que ver con esto. El arte en lugares públicos debe ser elaborado con la conciencia de cómo interactúa con su entorno, una consideración obviamente estudiada intensamente por Kinzett.
Como suele ser el caso de las obras de arte icónicas, es bastante difícil de describir sin ver en persona. Esto es especialmente cierto en «La Colección del Espíritu Interior». Al contemplar las figuras, muchos notan las capas y estratos de alambre que reflejan los rayos del sol, contrastando las secciones más delgadas de las esculturas, como las alas. Este juego con lo opaco y lo transparente es una hazaña visualmente extraordinaria. Además, la impresionante gama de poses se suma a la belleza de estas piezas cuando se ven como una serie. El espíritu del bosque está suspendido, mientras que la Madre Duende está sentada. Kinzett emula la infinitud de los movimientos corporales de la vida real, aunque en un escenario de fantasía. Las figuras y sus expresiones son casi tangibles, pero permanecen en un reino espiritual, no muy lejos de los límites de la realidad.
El arte en lugares públicos debe soportar las pruebas del tiempo, haciendo que la durabilidad sea una gran preocupación para Kinzett.
Muchas de las piezas de «La Colección del Espíritu Interior» se exhiben al aire libre, por lo que utiliza metal galvanizado y rocía cada pieza con un spray de zinc antioxidante. Quienes piden su trabajo saben que recibirán una pieza de arte inestimable e inédita que no sólo les encantará, sino que perdurará.
El proceso en sí es meditativo, tomando hasta 120 horas para crear cada escultura de malla metálica. La profunda dedicación de Kinzett al proyecto es exactamente lo que le infunde un toque de espiritualidad. Los espectadores de su arte percibirán el mismo tipo de reverencia por la belleza sublime con la que el artista creó originalmente. Casi todo el mundo estaría de acuerdo, es casi imposible evitar sentir un poco de magia cuando se está de pie junto a estas figuras extraordinarias.